Por Jorge
Bourges Rodríguez
Segunda Posguerra
La Segunda Guerra Mundial fue tres o cuatro veces superior en
mortandad que la Primera e incluso superó a la causada por la pandemia de gripe
de 1918. Estamos hablando de más de 65,000,000 de víctimas civiles y militares;
esta fue la gran e irreparable pérdida, pero es necesario valorar también las
pérdidas de carácter material cuya existencia siguió gravitando sobre los
sobrevivientes civiles durante diez o quince años, en toda Europa, la Unión
Soviética, Japón y China.

Contrario a lo sucedido después de la primera guerra mundial,
de la segunda emerge un gran vencedor: los Estados Unidos. Al finalizar el
conflicto, las fuerzas armadas norteamericanas controlaban las principales
áreas estratégicas del planeta; sus bajas militares habían sido
comparativamente pocas y tanto su territorio continental como su aparato
productivo no habían sido tocados. Adicionalmente, era el gran acreedor del
planeta, por la gran cantidad de armas y materiales que les había fiado a
Inglaterra, Rusia, China y Francia.
Lo bueno es que nuestro vecino país estaba muy bien gobernado:
Franklin D. Roosevelt, su presidente, era un hombre de grandes prendas
intelectuales y sicológicas; poseía lo que actualmente se llama “inteligencia
emocional”. Conocía sus limitaciones, pero buscaba el consejo de asesores altamente
competentes en diferentes temas: Hopkins en geopolítica, Hull y Welles en
diplomacia, Lehay y Marshall en temas militares, Berle y Galbraith en economía
y White y Sachs en finanzas: tal grupo era su famoso “brain trust”.

Aunque muchas cosas no salieron como el quería, la visión
filosófica predominante en Bretton Woods fue la de JOHN M. KEYNES; tanto en los
equilibrios entre naciones como sus correlativos al interior de estas; y en
países como el nuestro, con tecnócratas muy competentes, fue posible el
desarrollo de un ESTADO DE BIENESTAR que daba piso a las expectativas de
seguridad social de la naciente clase media quitando crispación a las inevitables
tensiones sociales internas. Pudo crecer así el sistema de retiro, el educativo
y el de salud. Precisamente, acerca de la salud será la siguiente carta, con
algunos recuerdos que tengo del período 1945-1960.
Agradezco su lectura de la presente.
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